Pianista

Al Maestro Mario Olivotto

El escenario abre su fuente,
el pianista despliega un universo
con vértices de diamantes.

Sus dedos, a medida
desgajan las teclas con una precisión mágica
desatando una lluvia melódica
frescura al ambiente
en esbozo de urgentes notas,
gotas de agua traslúcidas
caen desde el piano
surcando
la fibra del lienzo vibrante,
mece y exalta
colores y emociones.

Cada acorde del susurro diáfano,
caricia etérea que se desliza
suavemente por el aire
al silabeo de la fuente
que murmura secretos del tiempo.

El bolero, de melancolía envolvente,
narra historias, amores.

El vals,
gira y se eleva,
hace bailar vaivén
del reflejo emotivo.

Estructura perfecta la sonata
viajes de espirales
en ascensión hacia las estrellas
que brilla con cada nota, éxtasis.

Adagios, ritmo pausado,
poesía implícita,
mide la brevedad de los traspiés,
la efímera belleza de cada momento.



El pianista recompone diástole, sístole
en precisión milimétrica,
en crescendo se eleva
y dúctil el cielo
extiende inmenso
el grafito de la noche.

Vago tañer,
tiempos del rocío
entrelaza jornadas melodiosas
y la sinfonía
truena total
escalando constelaciones,
dibujando mapas de armonía.

Movimiento,
mundos
despierta del teclado
la intensidad del pianista.
Caleidoscopio de ritmos y gozos,
fiesta del roce, alma,
eco, belleza y pasión.

El pianista, entrega total
notas,
el piano se convierte en puente entre lo terrenal
y lo divino.
Su música perpetua claves del alma,
torrentes de incesante gracia
ritmo y ensueño vivo.
En cada nota, en cada pausa,
se desvela la esencia de lo efímero
que se vuelve delicado eterno acorde,
placidez.

Panamá, día de San Juan 2024,
Candelario Reyes García

Scroll al inicio