Corquín

Mesa entre cerritos y almácigos sabrosos.
Ocurrencias de duendes en tus orígenes
ventean cosechas trenzadas en prodigios
como si rieran ecos desde los barandales
de un horizonte mestizo de limo juglar.

Julalgua dibujando una parra sagrada,
Mejocote y Jopopo en la serenidad de tu pecho
al fluir la vida en idioma Lenca olvidado
como canastilla de frutos comunes se escapan
y vuelven en mi conteo del tiempo.

¡La miel pudo ser amarga para siempre!
Por suerte crecí al compás de latidos de bien
y hoy puedo verte de frente, sin reparos.

De niño vi tus pinares juntarse entre diademas
de sol y lluvia. Correteé en tus llanerías
y cabrité en las aguas del Auruco
copiando de sus tapices el colorido de las leyendas mayas.

Comí pan asado en tu suelo manual,
tome trinos y vuelos de tus ramas y barrancas
y de las espigas concurrentes en mi sangre
conservo el buen humor
y el privilegio de entender
que sólo la vida es tesoro
y el amor perdurable.

Cierto,
el revés del desarraigo fue una manotada humillante.

Pero hoy,
ya distante,
te miro y gozo
cuando leo las miradas buenas
en los ojos de agua que titilan corazones y gentes.
Mis ojos abren sueños
en los telares de mi alborada utópica
desde la cual puedo tocarte,
caminarte
y solearme
en tus veredas de antes.

Candelario Reyes García
Costa Rica, agosto 2011

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