Palmerolo patas patrás

— Te la llevás de filósofo y de ilustre burro, Palmerolo. Tu historia no es épica. Así que no te metas ni con la fe ni con la poesía, ni con monjes, mucho menos con poetas.
— ¿A qué le temes poeta?
— A que te zampen una apedreada un día de estos y vayas a salir apaleado Palmerolo, como cuando don Quijote se metió con el Barbero de Vizcaya.
— Ni que fuera diputado yo, donde se agarran a pescozón limpio. Pero le tomaré el consejo. Me gustaría comentarle de los profesores que nunca leen.
— ¡Hum! Ya vas con tus apangadas de burro. Te van a sacar letras los profesores hasta por los mocos.
— Soy burro, esa es mi naturaleza, burrear…. Usted bien sabe, que la mayoría de los profesores como usted, no leen ¿Y a dónde va una patria así?
— ¡Ah, sí!… ¡por qué dices que yo no leo! Si te enseñé a leer.
— Así…Eso mismo poeta, un profesor que no lee, ¿cómo va a motivar a la lectura a sus discípulos?
— En eso te daré la razón. Yo espero una nueva escuela, hoy que nos gobierna una mujer. Una escuela donde todos lean, porque leer despierta las capacidades de nombrar y de imaginar la miel y el criterio entre las flores y las abejas.
— El idioma, la ciencia, la poesía. Que haya la alegría de leer. Es un hecho, dice don Quijote que se debe de confiar más en las obras que en las palabras… aunque él se leía muchos libros.
— Leer es una obra, compuesta de palabras, Palmerolo. Sólo quien lee distingue bien entre las palabras ciertas y las obras no tan ciertas.
— Poeta, por favor consígame el Diccionario del uso de la Lengua de María Moliner, para poderle entender eso que usted habla, en que intenta ponerme patas arriba con sólo yo haberle mencionado a don Quijote.
— ¡Vaya!… Me gusta eso quieres enriquecer tu lenguaje, porque leyendo te ves obligado a consultar el diccionario y tener un mejor dominio del lenguaje.
— Soy un burro próspero y quiero mejorar mi condición burril.
— Estás radiante de lengua, Palmerolo, yo te hacía un puro burro rural. Y veo que sabes de diccionarios.
— El poeta rural es usted, sin más trascendencia, que ser mi amigo.
— ¡Ya te dije que no te metas con los poetas! Los hondureños todos somos rurales, aunque vivamos en aparentes ciudades.
— ¡No, en eso se equivoca, Poeta! ¡Vea cuantos centros de arte, de ciencia y de cultura! Yo soy un burro cosmopolita.
— ¿Sí? Las ciudades caóticas de Honduras son un muladar. Palmerolo, estábamos en los de la lectura, no si sos un burro citadino, o no. Estábamos en un hecho sencillo, motivar a que los profesores lean para que motiven a sus estudiantes a leer por placer, por buen gusto, por búsqueda personal.
— ¡Ah, sí, en eso estamos! ¡Ahora queda hacer que los libros sean accesibles y en abundancia!
— ¡Eso, Palmerolo! Fomentar la lectura es tan importante como fomentar la seguridad alimentaria.
— Uno lleva a lo otro. Y todo es para bien de uno. Profesores que lean, escolares que amen leer.
— ¡Bonito verdad!
— Gracias poeta, por decirme bonito.
— Dije bonito leer
— Yo diría, buenito es leer
— Bonita la gente que lee
— Buenita, también
— No importa, si citadino, o no, culto sí, lector
— Y haciendo obras
— Siendo feliz
— Quedemos que hablaremos bien de los profesores, porque fomentan la lectura. Veamos el mundo
en positivo…Hablaré mejor de los profesores que leen y motivan a sus estudiantes a leer…Para
todos y todas mando un rebuzno de felicidad ¡Buuuueeeeerrrrr!

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