Lujo de crisis

La vida se matiza de eso que vez en la calle,
lo que te golpea, lo que te cobra.

Los pies como plantas terrestres en movimiento,
los puntapiés
como un comentario lógico
de la satisfacción de un acantilado que te traga.

Las dulces aguas marinas
de una sonrisa resuelve las alarmas
de la esquina que se quiebra
hacia donde desfilan las sirenas
y las luces de la pasarela.

No parece haber puntapié en movimiento
en lo delicado, sensual
del mundo del encanto en decantado monedero:
una o mil noches de pasión
y disfrute enigmático,
con un toque de gusto asombroso.

Los organismos presentes
son felices,
no hay preguntas,
es el crédito de la versatilidad,
fama y fortuna.

Nada falta.

¿Quién dijo miseria?
El oxígeno del ambiente
tiene frescura de perfumes
que apuestan entre sí,
con el talle de alga voluptuosa
para un mundo exclusivo.

El suelo donde ruedan aquellos pies
parece estar hecho de otra sustancia
donde la vida sólo es bella
y para nada peligrosa.

Las pieles que allí se lucen, ya están muertas;
así es la vida,
bajo el mérito de la crisis de una civilización
de brutalidad a tope.

La excitación presente es químicamente pura:
un fotón, otro fotón
y la estratosfera
da sensación de constelaciones angelicales
entre polvo blanco y jeringuillas.

Candelario Reyes García
Diciembre, 2011.

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