Para Cande David.
Circula, fluye, viento sol, viento mar,
planeta y galaxia,
viento planetario de las libélulas
trénzate en el fuego
y en las flamas de la emoción
viento en los corazones.
Viento en los rostros y las cabelleras,
viento en las sonrisas
y el eco de las canciones,
y las voces del fuego y de la poesía
y las enaguas que danzan.
Trae viento, lleva viento,
vaivén en los cristales del coqueteo,
asiéntate en las palmas de las manos
y las ramajes que producen frutos,
sedúcenos, apasiónanos.
Ve y lleva las aves y las abejas,
tráenos las semillas y el rocío.
Detén viento con tus tolvaneras
las guerras y las maldades, tráenos las tormentas
y contén tus trombas y huracanes.
Viento, danos brisa y avívanos el frescor,
levanta las montañas y peina las olas,
remansa las costas,
tráenos mitos y leyendas,
caracolas y sinfonías,
conciertos y alegrías juveniles
perladas en las sonrisas.
Navega en los sueños de los venados y los delfines.
Viento de las velas
en las rutas de los mapas olvidados,
vive y haznos vivir.
Pinta los arcoíris y sazona el equilibrio de las sales,
cala en las pirámides y los bambúes,
dibújanos cataratas
y grafías
en las pampas de los sueños
y los broqueles de las constelaciones.
Viento, hermano de los utópicos
y los trashumantes,
tente en tus manías y tus retozos
sólo cuando sientas que nos hieres
con tus espejos y desiertos.
18 de noviembre 201