Hay cierta soledad en la montaña
una sensación de jilguero ausente,
de cierre y mutismo
del vuelo del quetzal
y la huella del tapir llevada por el polvo.
Y no es una depresión teutónica
para oficio de psiquiatras,
la soledad la tumba
con tanta cercanía humana
que ya no es solo la amenaza.
Nada vana,
nada preocupada,
sólo es que muere.
La opinión de sus fieras
se ha vuelto tan social
que desde mi ventana escucho los disparos.
La montaña tiene un sobrevuelo
de mineral soledad
como describe Pepe Mujica al universo deshabitado,
sólo
que esta vez
la tristeza pudiera ser un lugar tan común
como el abuso
y las aficiones al poder
de esa doble trampa homicida
que se arma de crisis.
No es depresión,
suicidio o asunto médico,
es la salud del planeta
sangrando en bandeja de plata.
-Candelario Reyes García
9 de febrero de 2014