Tu salud en los rescoldos de la memoria
de fuego guardado,
Sucunán, cumplidor de lumbres,
pincel de las teas
y pigmento de la energía de las mujeres
que revelan al mundo
alimentando carne y espíritu,
humanizando,
poniendo brújulas y astrolabios
en las manos,
ojos, cerebros
y corazones.
En diálogo el tambor y el destello
emanan alboradas en el corazón del cielo
y vos florecés en las palpitaciones del suelo,
guardando el aliento para el porvenir.
Hijo de la luna
bordado en el envés de los luceros
y el fanal de la noche
para poblar el tamo del día
que despiertas al hogar
en que avivas lo rupestre de la sangre
y la tradición de los caminantes,
yo sé
que sos un dragón guardado,
un trueno silencioso
un rayo de todas las estaciones
en la huella de los caminos
donde la brasa es una hermana
y la flama una ave fénix en verde intenso.
Te celo aquí en mi bosque
y gozo leal la perplejidad
del encuentro de los astros
y los pabilos de la creatividad
mientras creces como simple hierba
para luego dispersarte en regatos de florescencias
a esperar
que la gente
te encuentre, vea
y saboree la vida.
12 de enero 2014.
Candelario Reyes García.